LA HIPÓTESIS DE LA LOCURA Tumbado sobre la cama, mas no pudiendo conciliar el sueño, no solo por las condiciones de su prisión sino también por el estado de espíritu, el condenado tuvo un principio de calma que parecía resignación más era conciencia de su...
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LA HIPÓTESIS DE LA LOCURA Tumbado sobre la cama, mas no pudiendo conciliar el sueño, no solo por las condiciones de su prisión sino también por el estado de espíritu, el condenado tuvo un principio de calma que parecía resignación más era conciencia de su incapacidad de reaccionar. Aun mismo así, ya era un largo paso para su descongestionamiento moral. Si pudiese, saciaría el odio y la sed de venganza; viendo, sin embargo, que no podía, no se revelaba como antes, se sometía a la ley de su tempo, que era la de la fuerza. A veces se le cruzaba por la cabeza una idea que le hacía estremecerse: ¿quién sabe, si todo esto no es para bien? Sin embargo, tan lejos estaba de comprender como del mal se arranca el bien, lo que pronto desterró esa idea de su cerebro. Ella, sin embargo, volvía a la superficie como una mosca molesta y siempre volvía al suave soplo de fluidos venidos de la mujer que no lo dejaba. —¡Que locura! — exclamó, al final, asqueado. — ¿Qué bien me pude advenir de este infierno
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