La naturaleza proyecta una fuerza
abrumadora sobre nosotros. Ella nos acorrala y perturba. Comprender que formamos parte es darnos cuenta que el movimiento y la transformación son el centro y fuente de nuestra esencia.
Los cuerpos que danzan se entregan...
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La naturaleza proyecta una fuerza
abrumadora sobre nosotros. Ella nos acorrala y perturba. Comprender que formamos parte es darnos cuenta que el movimiento y la transformación son el centro y fuente de nuestra esencia.
Los cuerpos que danzan se entregan al
movimiento, recreando el vínculo vital con la naturaleza. En el baile, el fluir de la sangre por las venas es como el torrente de agua en una cascada. Las extremidades se repliegan y se expanden hacia el cielo y la tierra, como si en ese gesto encontraran la plenitud, la posibilidad de fundirse, amalgamarse con lo que nos sobrepasa.
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