Érase una vez un pueblo perdido entre las montañas donde sus habitantes se trataban muy mal y eran muy agresivos entre sí. Siempre se estaban insultando; discutían por las cosas más insignificantes y claro, constantemente surgían peleas y conflictos...
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Érase una vez un pueblo perdido entre las montañas donde sus habitantes se trataban muy mal y eran muy agresivos entre sí. Siempre se estaban insultando; discutían por las cosas más insignificantes y claro, constantemente surgían peleas y conflictos violentos. Los niños y niñas del lugar aprendían, desde muy pequeños, a pelearse porque estaban acostumbrados a ver a sus mayores hacer lo mismo con mucha frecuencia: -¡Eres un inútil! -¡Y tú una payasa! -¡Anda y vete por ahí, idiota! Éstas y muchas otras palabras eran las que habitualmente se dedicaban los vecinos del lugar. Un día una niña llegó al pueblo. Se llamaba Paz, era la prima de Alberto, que venía a pasar las vacaciones de verano. Alberto tenía mucha ilusión en presentársela a sus amig@s pero no estaba muy seguro cómo iba a reaccionar su prima cuando comprobara lo malhablados que podían llegar a ser. De todas formas Alberto tenía que arriesgarse y la llevó al campo del fútbol de la escuela donde estaban disputando un partido. -¡H
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