Medio kilo de azúcar (Segunda parte) —¿Quién es? —¡Soy yo, Castorín! ¡Ábreme! Vaya, pensó el duende Jeromo, este me viene a devolver la harina. Pero Castorín le pidió un huevo, aunque fuese de paloma. Su madre estaba haciendo un pastel... —Con que un...
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Medio kilo de azúcar (Segunda parte) —¿Quién es? —¡Soy yo, Castorín! ¡Ábreme! Vaya, pensó el duende Jeromo, este me viene a devolver la harina. Pero Castorín le pidió un huevo, aunque fuese de paloma. Su madre estaba haciendo un pastel... —Con que un pastel, ¿eh? ¡Brrr! Por poco, en lugar del huevo, le da un garrotazo. Pero entonces, no podría recuperar nunca el kilo de harina prestado. Y le dio un huevo... pero de gorrión. Castorín, a pesar de todo, se marchó contento. Y el duende Jeromo cerró la puerta, le dio dos vueltas a la llave y se puso a leer. Al cabo de un rato, volvieron a llamar. ¡Era Castorín de nuevo! Ahora pedía una tacita de mermelada de frambuesa. —También para el pastelito, ¿verdad? ¡Brrr! Y el duende Jeromo tuvo que encerrarse en la cocina para que Castorín no lo viera quitarse el gorro y morderlo de rabia. Pero para recuperar la harina y el huevo, no le podía negar al pedigüeño, y le prestó la tacita de mermelada, solo que en lugar de ser una taza de desayuno fue un
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