CLARA Y EL RATONCITO PÉREZ
A Clara se le movía un diente. Al principio muy poco, casi no lo notaba. Después empezó a
moverse más y más. A veces, lo empujaba con la lengua y parecía que el diente fuera a salir
despedido de la boca, pero luego volvía a su...
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CLARA Y EL RATONCITO PÉREZ
A Clara se le movía un diente. Al principio muy poco, casi no lo notaba. Después empezó a
moverse más y más. A veces, lo empujaba con la lengua y parecía que el diente fuera a salir
despedido de la boca, pero luego volvía a su sitio. Clara se miró en el espejo de su habitación y
trató de imaginarse sin diente. Pensó que iba a estar horrible. A algunos niños de su clase ya se
les había caído algún diente y a Clara no le gustaba la cara que se les quedaba, sobre todo
cuando se reían. Le daba un poco de miedo ver esos agujeros negros en sus bocas.
«Yo estaré igual», pensó la niña inquieta. Y otra cosa que le preocupaba era cuánto
tiempo tardaría en salir el nuevo diente. ¿Y si no salía?
—Clara, eso es una tontería —le dijo su madre—. Tus dientes son de leche y tienen que
caerse para que salgan otros más fuertes. Siempre es así, es lo natural. No tienes que
preocuparte. Además, ¿no te hace ilusión que venga el Ratoncito Pérez?
—Sí, eso si —respondió Clara aunque
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