El yelmo de la salvación.
El yelmo cubría la cabeza y el
cerebro, el asiento del intelecto.
Nuestra esperanza cristiana
se compara a esta pieza de la armadura, pues nos protege
las facultades mentales (1 Tesalonicenses 5:8).
Es verdad
que mediante el...
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El yelmo de la salvación.
El yelmo cubría la cabeza y el
cerebro, el asiento del intelecto.
Nuestra esperanza cristiana
se compara a esta pieza de la armadura, pues nos protege
las facultades mentales (1 Tesalonicenses 5:8).
Es verdad
que mediante el conocimiento exacto de la Palabra de Dios
hemos transformado la mente.
Sin embargo, esta podría
corromperse fácilmente, pues seguimos siendo humanos
imperfectos y débiles.
Cabe la posibilidad de que las metas
de este sistema de cosas nos distraigan y hasta reemplacen
la esperanza que Dios nos ha dado (Romanos 7:18; 12:2).
El Diablo trató en vano de descarriar a Jesús ofreciéndole
“todos los reinos del mundo y su gloria” (Mateo 4:8).
Pero
este rechazó de plano la oferta, y, como dijo Pablo, “por el
gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de
tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la
diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
La coraza de la justicia.
La coraza del soldado le
protegía un órgano vital, el c
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