Autor: Oscar Guaramato (1916 – 1987)
Al llegar a la cuesta, el asno apresuró la marcha.
María buscó acomodo en la montura y miró hacia el
hombre. El polvo y el sudor pintaban duros rasgos en
el rostro de José. La barba ensortijada parecía ahora
un atado de...
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Autor: Oscar Guaramato (1916 – 1987)
Al llegar a la cuesta, el asno apresuró la marcha.
María buscó acomodo en la montura y miró hacia el
hombre. El polvo y el sudor pintaban duros rasgos en
el rostro de José. La barba ensortijada parecía ahora
un atado de hierbas resecas. María bostezó y el ruido
leve al aspirar hizo que el hombre la mirase.
- ¿Cansada?
- No.
- ¿Sueño, entonces?
- No. No siento sueño.
El hombre cambió de una a otra mano el rugoso
bordón. El asno había terminado de subir y ya en la
meseta condicionó el trotecillo al hilo del camino.
- Sí -murmuro el hombre-. Debes estar cansada.
Hemos dejado atrás un pueblo y tres aldeas. También
un rio. María comentó:
- Suerte tuvimos en encontrar el río. Estaba sedienta.
También tú. Y este -palmoteó sobre el lomo del asnoeste no hubiera resistido mi carga, así como estaba...
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