Cuento
“El desayuno de Sol”
Presta atención que te cuento un cuento, y te aseguro que no te
miento.
Esto pasó hace muchos, muchos años, cuando los ogros eran
enanos; cuando las brujas dibujaban y cosían del revés y los niños
bailaban pero no lo hacían con...
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Cuento
“El desayuno de Sol”
Presta atención que te cuento un cuento, y te aseguro que no te
miento.
Esto pasó hace muchos, muchos años, cuando los ogros eran
enanos; cuando las brujas dibujaban y cosían del revés y los niños
bailaban pero no lo hacían con los pies.
Érase una vez, allá en lo alto, muy pero que muy alto, vivía Sol.
Sol se levantaba todas las mañanas muy temprano, se lavaba bien
los ojos, se peinaba bien los rayos, se tomaba un vaso de leche de
estrellas para coger fuerzas y decía bien alto: -“¡A trabajar se ha dicho,
me voy a iluminar!”.
Todos los días, muy callado, asomaba uno de sus rayos y con él le
hacía cosquillas a Luna, que con risa le decía:
- “Jajajijí, jajajijí, ¿ya estás aquí?”.
- “Puntual como cada día.
Ya puedes irte a descansar que yo me
voy a iluminar”, le contestó como siempre Sol.
Pero ese día era especial.
Sol no se había tomado para desayunar
un vaso de leche de estrellas.
Se había tomado uno, dos, tres, cuatro,
cinco y hasta seis.
Si estáis
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