EN EL JARDÍN
Philip K.
Dick
—Está afuera —dijo Robert Nye—.
De hecho, siempre está ahí, incluso cuando hace
mal tiempo, cuando llueve.
—Entiendo —asintió su amigo Lindquist.
Ambos abrieron la puerta trasera y salieron al
porche.
El aire era cálido y...
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EN EL JARDÍN
Philip K.
Dick
—Está afuera —dijo Robert Nye—.
De hecho, siempre está ahí, incluso cuando hace
mal tiempo, cuando llueve.
—Entiendo —asintió su amigo Lindquist.
Ambos abrieron la puerta trasera y salieron al
porche.
El aire era cálido y vivificante.
Se detuvieron e inspiraron profundamente.
Lindquist paseó la mirada a su alrededor—.
Es un jardín muy bonito, un auténtico jardín,
¿no es cierto? —meneó la cabeza—.
No es difícil comprenderla.
¡Mira todo eso!
—Ven —dijo Nye mientras bajaba los escalones hasta el sendero—, seguro que está
sentada al otro lado del árbol.
Hay un viejo asiento en forma de círculo, como los de
antes.
Estará en compañía de Sir Francis.
—¿Sir Francis? ¿Quién es? —Lindquist le siguió.
—Sir Francis es su pato, un pato blanco muy grande —se internaron en el sendero y
pasaron junto a unos macizos de lilas que alzaban sus copas sobre los grandes
armazones de madera.
Filas de tulipanes en flor crecían a ambos lados.
Una enredadera de rosas t
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