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El tío de las vistas
Cuando llegaba al pueblo el tío de las vistas, todos los
niños salían de sus casas a ver su maravilloso artilugio. ¿Qué
vistas veían en su cajita mágica? Platero no tenía la moneda que
permitía ver esas cosas maravillosas…, pero...
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El tío de las vistas
Cuando llegaba al pueblo el tío de las vistas, todos los
niños salían de sus casas a ver su maravilloso artilugio. ¿Qué
vistas veían en su cajita mágica? Platero no tenía la moneda que
permitía ver esas cosas maravillosas…, pero tampoco hubiera sabido qué veía.
Si queréis saber qué son las vistas, primero hay que imaginar un sonido de tambor.
Juan Ramón nos cuenta cómo todo empezaba con el sonido del tamborcillo. Vamos a
oírlo ya:
—Tan, tan, tan, tan, tan…
Luego sonó una voz cascada que anunciaba la maravilla. Se oyeron carreras calle
abajo… Y los chiquillos gritaban:
—¡El tío de las vistas! ¡Las vistas! ¡Las vistas!
En la esquina, estaba esperando ya una pequeña caja verde con cuatro banderitas
rosas sobre su carrito, la lente al sol. El viejo tocaba y tocaba el tambor.
Un grupo de chiquillos sin dinero, las manos en el bolsillo o a la espalda, rodeaban,
mudos, la cajita. Al poco rato, llegaba otro corriendo con una moneda en la palma de la
man
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