ella porque las normas son precisamente las que le dan seguridad y le enseñan a confiar en un criterio sólido.
Ante una pataleta o un enfado, se le
puede ignorar hasta que recobre la
calma, pero no celebrar que se ha
tranquilizado ni negar el conflicto....
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ella porque las normas son precisamente las que le dan seguridad y le enseñan a confiar en un criterio sólido.
Ante una pataleta o un enfado, se le
puede ignorar hasta que recobre la
calma, pero no celebrar que se ha
tranquilizado ni negar el conflicto.
Tras perder el autocontrol y recuperar
la tranquilidad, el niño aguarda expectante.
La indiferencia le dolerá más
que un castigo ponderado, por lo que
conviene hacerle ver lo estéril de su
comportamiento con un ejercicio de la
autoridad que le permita aprender algo de la experiencia.
Poner límites a las conductas,
no a los sentimientos
Los niños necesitan ser guiados por
los adultos y para ello es fundamental
establecer reglas con las que fortalecer
conductas y lograr su crecimiento personal.
Los límites se deben orientar al
comportamiento del niño, no a la expresión de sus sentimientos.
Se le puede exigir que no haga algo, pero no se
le puede pedir, por ejemplo, que no
sienta rabia o que no llore.
Los márgenes deben fijarse sin
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