En el charco de La Laja
vivía un burgadito,
naranja y amarillo,
que se sentía solito.
No tenía muchos amigos,
y por eso estaba triste,
no tenía con quien jugar
ni a quien sus cosas contar.
Un frío día invierno
llovió tanto, tanto
que una pequeña semilla...
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En el charco de La Laja
vivía un burgadito,
naranja y amarillo,
que se sentía solito.
No tenía muchos amigos,
y por eso estaba triste,
no tenía con quien jugar
ni a quien sus cosas contar.
Un frío día invierno
llovió tanto, tanto
que una pequeña semilla
llegó cerca del charco...
Bajó por el barranco,
como por un tobogán,
hasta un huerto florido
donde pudo germinar.
De ella brotó
una palmera elegante
que se hizo amiga de Simón
en un instante.
Pasó el tiempo...
y se hizo mayor..
y de sus flores preciosas
un dátil brotó.
Cuando la brisa marina
al suelo le hizo caer
vino el burgadito
y se lo quiso comer...
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