El viento azotaba el rostro del humano y su montura, que desde el aire apenas eran
un punto que se deslizaba sobre las arenas cambiantes del desierto.
Pero eso no les
detenía.
Ya llevaban tres días viajando sin parar, apenas deteniéndose unos minutos...
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El viento azotaba el rostro del humano y su montura, que desde el aire apenas eran
un punto que se deslizaba sobre las arenas cambiantes del desierto.
Pero eso no les
detenía.
Ya llevaban tres días viajando sin parar, apenas deteniéndose unos minutos
para comer y descansar un poco.
A Gro, un panverlatien acostumbrado a volar con los
vientos huracanados de las Montañas de los Avismos como si fueran simples brisas de
verano, empezaban a dolerle las alas.
Por todos los Dioses ¿Por qué los humanos no
podían vivir todos juntos? Así todo sería mucho más sencillo, se defenderían mejor,
no tendrían tantos problemas de comunicación, y la vida sería mucho más sencilla
para todos.
¡Pero no! ¡Tenían que construir la sede de los Aventureros y ciudadestado de Anmren-la a un lado de las Grandes Dunas y los Reinos al otro! Y encima
no tenía donde colgarse para dormir ¿Podía ser más dura la vida?
Batió con fuerza las alas para impulsarse y llegar a mayor altura.
Al menos, el sol
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