«Rastro de Dios»
Se llamaba «Rastro de Dios».
Así lo había anotado san Miguel, capitán de todos los
ángeles, al final de su lista.
Porque san Miguel tuvo que hacer una lista con los
ángeles fieles y ajustar las filas de su ejército para que no se notara...
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«Rastro de Dios»
Se llamaba «Rastro de Dios».
Así lo había anotado san Miguel, capitán de todos los
ángeles, al final de su lista.
Porque san Miguel tuvo que hacer una lista con los
ángeles fieles y ajustar las filas de su ejército para que no se notara el hueco que
habían dejado los ángeles malos.
A cada uno le había dado su nombre, comenzando por Gabriel, el ángel que Dios
había creado para anunciar al mundo la noticia más importante; luego señaló a Rafael,
que debía acompañar a Tobías en aquel viaje, y que desde entonces se sabe que es
el encargado de conducir sano y salvo a todo viajero.
Y así fue poniendo a cada uno un nombre propio hasta que no quedó sino uno, un
ángel pequeño que casi no sabía volar.
San Miguel había encargado a un ángel grande y fuerte que se llamaba «Fortaleza de
Dios», que le enseñara, pero todo fue inútil.
Él sabía volar sólo en la estela luminosa
que dejaba Dios al pasar, ¡un caminito de Dios! Sí, así el ángel pequeño desplegaba
sus alas y volaba sonr
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