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Las familias duramente golpeadas por el tifón Haiyan, que
buscan con angustia a sus seres queridos y se ayudan
mutuamente para no sucumbir, nos recuerdan a todos esos
seres que ven sus vidas deshechas y hacen frente a la
adversidad con valentía. Hace poco...
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Las familias duramente golpeadas por el tifón Haiyan, que
buscan con angustia a sus seres queridos y se ayudan
mutuamente para no sucumbir, nos recuerdan a todos esos
seres que ven sus vidas deshechas y hacen frente a la
adversidad con valentía. Hace poco en la región parisina me
encontré con algunas familias que viven en la angustia de
tener que abandonar el barrio donde encontraron refugio,
algunas de ellas tras años de andancia. Sus antiguas viviendas
deben ser demolidas, pero no han recibido ninguna propuesta
de sustitución sostenible. Como son pobres, la ciudad lo que
quiere es deshacerse de ellas, pero ¿a dónde ir?, para no dar
pie a la desesperación algunas se organizan, se movilizan y
tratan de no abandonar a quienes terminan por perder las
esperanzas ante tantas dificultades.
La violencia de la miseria es intolerable, como también lo
es la forma como son ignoradas, negándose también su
inteligencia, su experiencia y el coraje de quienes resisten a
diario. Sus conocimientos y
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