EL NIÑO DE LA MOCHILA ANÓNIMA
-¡Mamá que me voy!-dijo José como tantas otras mañanas.
-Anda ve con cuidado, no vayas a llegar tarde- como siempre su madre le
aconsejaba sin mucha convicción.
Por su cabeza aún somnolienta pasaron varios pensamientos...
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EL NIÑO DE LA MOCHILA ANÓNIMA
-¡Mamá que me voy!-dijo José como tantas otras mañanas.
-Anda ve con cuidado, no vayas a llegar tarde- como siempre su madre le
aconsejaba sin mucha convicción.
Por su cabeza aún somnolienta pasaron varios pensamientos relacionados con
sus amigos, sobre todo sus amigas.
No era una mañana más, aunque lo
parecía.
El frío del invierno y la ausencia de rayos de sol invitaban a quedarse
acostado.
No guardaba ningún remordimiento por no llevar –como siempre- la
tarea sin hacer.
Incluso no tenía claro que en su mochila -de marca y color
negro- no había metido los libros necesarios…¿Para qué? Si a lo peor ni
siquiera sacaba las cosas.
Iba, como diría mi abuela, como un autómata.
Lo
único que le animaba era encontrarse con los colegas.
El instituto caía algo lejos.
Lejos también el pasado en el colegio de primaria.
Recordaba con cierto afecto a su “seño Lola” ¡ella sí supo entenderle!
Quedaron atrás esas palabras de ánimo, esos comentarios positivos cuan
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