VALIENTES Y DESAFORADAS
Ella aún recuerda con ahínco la tarde en que bajó de un paraíso contando la
inaudita historia de amor que dos pájaros tenían en el alero de una casa.
Bajó por
una larga escalera que fue acortándose mientras oía sus palabras.
Iba...
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VALIENTES Y DESAFORADAS
Ella aún recuerda con ahínco la tarde en que bajó de un paraíso contando la
inaudita historia de amor que dos pájaros tenían en el alero de una casa.
Bajó por
una larga escalera que fue acortándose mientras oía sus palabras.
Iba abrazada de
alguien como van abrazados quienes saben que el mar podría abrirse a su paso.
No
le temía a la nada en ese instante, ni buscaba el futuro como se busca el pan.
Sólo
venía de un cielo que ella había conquistado y hablaba de dos pájaros como quien
teje sueños al escucharse hablar.
La escalera que recogió sus pasos de entonces terminaba en el quicio de una
puerta cerrada, que ella tuvo que abrir con las únicas armas que tenía entre las
manos.
Las puertas que bajan del cielo se abren sólo por dentro.
Para cruzarlas, es
necesario haber ido antes al otro lado con la imaginación y los deseos.
Así lo hizo aquella tarde la mujer que hoy recuerdo y así tendremos que
seguir haciéndolo, cada día nuestro, todas las mujeres.
Despu
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