El desastre del mundo.
No hay momento que no tengamos alguna de las
imágenes, comentarios, cifras… rondando por la cabeza.
El miedo, la angustia, la
desolación y el desánimo se ciernen sobre todos nosotros cuando volvemos a tratar el
asunto.
Parece que...
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El desastre del mundo.
No hay momento que no tengamos alguna de las
imágenes, comentarios, cifras… rondando por la cabeza.
El miedo, la angustia, la
desolación y el desánimo se ciernen sobre todos nosotros cuando volvemos a tratar el
asunto.
Parece que no hablar de ello, lo elimina, pero no es así.
Es una realidad que está
ahí y que tardaremos muchísimo tiempo en olvidar.
La impotencia también tiene su hueco en todo esto.
¿Qué podemos hacer?
¿Podemos ayudar? Supongo que cada uno tendrá alguna respuesta para semejante
cuestión.
Desde nuestra posición en clase, no nos queda más que intentar estar
informados, buscar qué ha ocurrido, dónde, por qué… y concienciar a toda la
comunidad educativa de que debemos ser solidarios, ya que en un futuro, podríamos
ser nosotros los que necesitemos ayuda.
Una imagen reciente intenta encender esas brasas del ánimo y nos complace y
llena de vida pensar en que en un periodo de tiempo a largo plazo, la lejana pero vecina
Japón, se sobrepondrá a est
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