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iDa« no por ello con meno» rigidez, me
imipuso la condición díe cfue <miis «eaáones pictóricas sabmarinas debía iaic{ar>
las tódais las veces .
zaimbailléadoine con
mía útiles desde a bordo de su yate,
y cpie de ningún modo 7 por ningún
concQpto...
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i ii \>^,
iDa« no por ello con meno» rigidez, me
imipuso la condición díe cfue <miis «eaáones pictóricas sabmarinas debía iaic{ar>
las tódais las veces .
zaimbailléadoine con
mía útiles desde a bordo de su yate,
y cpie de ningún modo 7 por ningún
concQpto podría apSicar sobre el Henzo
pimielada alguna Inera del agoa.
Do»
ronte lo« doÁ meses primeros, en los
que no «onsegni otra cosa que nepelidoa
fraieasos, Mr.
Briand pdáo lucir tía agn*
deza de su inigenjo en algnna qtte otra
expresito ir&nica.
"Pat ahora—solfa ds
cir—, los interese» compuestos de lo»
nül dólares siguen acumulándose a mi
favor".
Mas cierta mañana, iranscnrri»
dos exax^mente sesenta y nuere días
desde mi priniiera inmersión eot> fines
pictóricos, asceodi itb8ndon<in>do mi ca<
bailete en el fondo, y, asomándome a
la borda ;del yate, grité con toda la
f u e r z a de niisábulmones: "¡Mister
Briand!.
.
, ¡DispóMase a firmar el cheque!" InmeáSataa^níe me volví a somergir, entregándome de nuevo febrQ<
mente a mi tarea.
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