Primera parte del ingenioso hidalgo
don Quijote de la Manchaþ
En un lugar de la Mancha [2], de cuyo nombre no quiero acordarme [3], no ha mucho
tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y
galgo corredor [4].
Una...
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Primera parte del ingenioso hidalgo
don Quijote de la Manchaþ
En un lugar de la Mancha [2], de cuyo nombre no quiero acordarme [3], no ha mucho
tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y
galgo corredor [4].
Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches [5],
duelos y quebrantos los sábados [6], lantejas los viernes [7], algún palomino de
añadidura los domingos [8], consumían las tres partes de su hacienda [9].
El resto della
concluían sayo de velarte [10], calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo
mesmo [11], y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino [12].
Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los
veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera
[13].
Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años [14].
Era de complexión
recia, seco de carnes, enjuto de rostro [15], gran madrugador y ami
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