En 1964, en El hombre unidimensional, Herbert Marcuse planteó la cuestión
de si era todavía posible “romper el círculo vicioso de la dominación”.
Era lo
mismo que preguntarse, con otras palabras, si la revolución seguía siendo
posible en los países...
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En 1964, en El hombre unidimensional, Herbert Marcuse planteó la cuestión
de si era todavía posible “romper el círculo vicioso de la dominación”.
Era lo
mismo que preguntarse, con otras palabras, si la revolución seguía siendo
posible en los países capitalistas desarrollados, donde se realiza “la forma
pura de la dominación”.
La clase obrera, en adelante vinculada al sistema de
necesidades, “pero no a su negación”, parecía perder toda su capacidad subversiva en la “sociedad de la abundancia”.
Veinticinco años más tarde, Michel Foucault formulaba la pregunta de otra
manera, remodelando una frase de Horkheimer: “¿Acaso es tan deseable esa
revolución?”.
La cuestión de la posibilidad histórica quedaba difuminada ante
el criterio de la subjetividad deseante /1.
Dos épocas, dos momentos, dos enfoques.
Del espectáculo al simulacro
La duda de Marcuse es representativa del período de crecimiento de postguerra, del dinamismo recuperado por el capitalismo y su capacidad para integrar
al mov
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